Monday, August 23, 2010

FRACASO O CAMBIO (Lo Que Fracasar Significa Para Un Vaquero)


En el sermón del domingo en nuestra pequeña iglesia, el sacerdote hizo una pregunta.

“Si estuvieran seguros que no fracasarian, ¿que les gustaría hacer? ¿Lo intentarían si supieran que no podrían fallar?”


Me puse a pensar lo que fracasar significaba para mi. Esa es una palabra que nunca uso. He enderezado muchas curvas, en este viejo camino de la vida. He hecho ajustes, que no he querido perder de hacer, cuando se presentó la oportunidad.


Mi mente regreso a los días de mi juventud, cuando tenía diecisiete. Cuatro años de universidad no estaban en mis planes. Ser un vaquero en un rancho era todo lo que imaginaba ser. Nunca dude que podía ser uno muy bueno.


El día que salí de la escuela, encontre un trabajo. Vaquero en un buen rancho.


Vivíamos en la carreta, yo y otros muchachos. El sueño de mi niñez se convertía en realidad. Solo que todavía no era uno de ellos, tenía el empleo menos pagado de la cuadrilla, era el ayudante del cocinero. Hacía quehaceres alrededor del campamento, ese era el modo de sobrevivir, hasta que me convirtiera en un vaquero de verdad.


Lavaba los platos, acarreaba madera y ponía los arneces a la yunta. Era el primero en levantarme, y el ultimo en irse a dormir. Conducía la carreta con las tiendas de campaña y las colchonetas de dormir. Alimentaba y me aseguraba que la yunta tuviera agua.


Mi yunta que jalaba la carreta, eran dos jamelgos que reparaban mucho para montar. Pero eran mansos como yunta. Un día estaba sentado en las colchonetas, comiendo un pedazo de carne seca. Solté las riendas, y el resto fué como una pesadilla.


Mientras la yunta corría a toda velocidad, el cocinero gritó: “¡Muchacho salta de ahí!” en el momento de oirlo aterricé boca arriba en el arroyo. Se volteó la carreta, y después de media milla, los dos caballos seguían corriendo como si los persiguiera el diablo. Había cazuelas, trastes y lonas esparcidas por todos lados. Aquello parecía el paso de un torbellino.


Sabía que el patrón me despediría, pero no pronunció palabra. El cocinero remendó los arneses que quedaron como nuevos. Enderezamos la carreta y cargamos todas las camas. Era ya de noche cuando todos cansados, se acercaban por un plato de comida, que el cocinero acababa de preparar. Muy a tiempo, pues ya debiamos de estar acostados descansando para la jornada de mañana. Nadie pronunció palabra.


Nunca creí que no me fueran a correr. Pero después, en esa primavera, un compañero renunció, y nos quedamos con un hombre menos para arrear. Me repartieron algunos caballos y me uní a la cuadrilla de arrieros. Mi primer oportunidad para probar que servía como vaquero.


Una mañana en el campo, acampabamos el el llano de los Garruños—ese potrero tan áspero, y donde el ganado es muy tosco—unas reses corrían por atrás de donde yo cabalgaba, y subieron una empinada predregosa. Y ahí estaba soñando despierto, como un niño. Pero las bolsas de piojos con cuernos se me fueron. Estaba seguro de que Bibb me había visto, y que Rob también. Lo que había hecho era un pecado cardinal de vaquero. El sueño de arrear ganado se fue por el arroyo. Debería recoger mis pertenecias e irme de una vez.


La mañana siguiente, enrolle mi saco de dormir y le dije al patrón que renunciaba. Pregunté si había un caballo que pudiera usar. El sonrió y dijo: “Hijo guarda tu cama y regresa a la arriada, eres muy bueno para que nos dejes.”


“Soy inservible,” le respondí. “Voy a recoger mi paga, creo que no estoy hecho de lo que se neceita. Soy solo un fracaso total, parece que no puedo hacer nada bien. Sigo haciendo cada burrada.”


El tomo un poco de café y luego se sentó junto a mí, nuevamente dijo: “Controlate, y estate quieto. Todos hemos perdido algo de ganado, hasta viejos vaqueros como yo.”


Montamos e hicimos otra ronda, y me volvió a decir: “¿Si tuvieras que hacerlo otra vez, que cambiarías? ¿Harías lo mismo?”


“No.” Respondí, “me pondría bien despierto, y hacer lo que me pagan para hacer. La cosa esta en que los deje ir.”


“Ahora hijo, ¿que es fracaso? ¿Significa que has llegado al fin?” y prosiguió. “Una cosa si te digo, no significa que ya no hay ‘pa donde regresar. Significa que cambias de dirección, que llevas tu caballo ‘pa otro lado. Y no volteas a ver lo que salió mal.”


El sabio vaquero me miro a los ojos y continuó “El río puede verse profundo y con la corriente rapida, ahora que el puente ya no esta. Pero aún puedes cruzar al otro lado, porque puedes nadar o construirte una embarcación. Cuando te alistas primero, las aguas no son tan profundas.” Yo lo veía con admiración, y las palabras que salían desde su corazón, se quedaban grabadas en el mío. Y seguía hablandome mientras cabalgabamos.


“Si das rienda atras, y cabalgas por donde veniste. Entonces te vulves victima de la derrota, tu vida nunca será del modo que querías que fuera. Comienza a pensar con tu cabeza y no con tus pies, no puedes predecir el mañana, y tus ayeres ya se habran ido, todo lo que controlas es el tiempo presente.” Pauso por un momento. El cielo anunciaba el fin de la jornada con un hermoso anaranjado sobre el horizonte. Desmontamos y nos acercamos a la fogata, tomo un pozillo, y se sirvió de la jarra de café, se acercó a mí y hablo una vez más.


“Así que vulve a montar ese buen cuaco mañana temprano, y vamos a arrear, que hay pastizales que ni siquiera tienes que cabalgar. Siempre habra algunas vacas brutas para probar tus habilidades, pero pronto encontrarás donde se esconden esos matalotes.” Termino de hablar, me miro, le dio un sorbo a su taza de café, y sonrió.


Me alegre que haya tomado el consejo del viejo Jack y me haya quedado. Mi vida ha sido mas que alegría para comparar. Y cuando me preguntan como veo la vida como vaquero, hay algunas cuantas cosas que me gusta compartir.


He aprendido muchas cosas. Unas ya se ma han olvidado, pero otras se han quedado en mi mente y en mi corazón.


El fracaso es una elección.


Soy responsable por los ríos que cruzo, y como los cruzo.


Que nadie es perfecto, todos tropiezan.


Y por ultimo—pero no más importante.—Que los errores son oportunidades para aprender, y volver a intentarlo hasta lograr lo que te propones.


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